sábado, 11 de junio de 2016

¿OVNI o defecto en las lentes?



bueno aquí les dejo un video que grabe hace unos días no se que fue un reflejo o un OVNI, el caso es que quedo curioso y se los dejo para que me den su opinión 

miércoles, 23 de marzo de 2016

Mi encuentro con la llorona

Cierta noche allá por los años cincuenta y siendo yo un jovencito, algo cabeza dura y enamorado, en compañía de un primo, fuimos a la casa de una muchacha, a eso de la media noche, pues por la tarde la habíamos visto y nos dijo, que solo estarían ella y su hermana, la cual le gustaba a mi primo, en casa, pues sus padres tenían que ir a visitar a un familiar que se encontraba enferma y no se nos ocurrió mejor hora, ya que siendo un pueblo al pie de la Sierra de Guadalupe, la gente se recogía temprano, una parte, por la faena del campo al otro día y otra por las historias de espantos que abundan en dichos pueblos.

En fin como decía yo siendo joven, enamorado y aventurero, no hacia mucho caso de esas historias, aun cuando la casa de la muchacha, quedaba muy cerca del panteón por cuya calle, siempre había apariciones, a tal grado, que hasta el día de hoy hay varios altares con santos, para evitar que sigan paseando por allí los espíritus y brujas; precisamente en la calle siguiente Vivian las muchachas en cuestión.

Pues bien, una vez nos salimos de casa, a hurtadillas y con el mayor sigilo, nos enfilamos hacia la casa de mi novia, la noche era sumamente oscura, pues era luna nueva, el cielo completamente despejado, y cubierto por las estréllas, la calle por la que avanzábamos  de unos 80 metros de largo, estaba desierta, lo cual, nos pareció raro, pues siendo la costumbre que en cada casa hubiera por lo menos 2 perros, en esta ocasión ni los perros  hacían el menor ruido, nosotros encantados, pues esto nos garantizaba que nadie se enteraría de nuestra aventura, avanzábamos cautelosos, ya estábamos a unos 25 metros de nuestro objetivo, lo sabíamos, porque se alcanzaba a ver la barda del panteón al fondo y a la izquierda de nosotros un campo de maíz, a la derecha una casa con un portal grande abierto de par en par, pues la gente de pueblo en aquellas épocas no temía tanto a los ladrones, como ahora, y a dos casas la de mi novia.

Pero... algo llamo nuestra atención en la casa del portal había alguien, que se paseaba de un lado a otro del patio, como si esperara a alguien, nosotros, para no ser vistos, nos metimos entre los carrizos de maíz, para llegar al otro lado, pero cuando pasamos justamente enfrente del portal, la vimos era una mujer con vestido blanco, pelo largo negro, que le cubría el rostro, parecía, como si llorara y en su pena bajaba la cabeza y su cabello le cubría el rostro, sus manos  eran blancas como el marfil, de pronto, se nos helo la sangre al ver hacia sus pies, pues estaba flotando como a 30 cm del suelo, no caminaba, se deslizaba por el aire, no se le veían los pies solo su largo vestido blanco.

Nos miramos uno al otro mi primo y yo, el como venia detrás mío, solo volteo hacia nuestra casa, que estaba al otro extremo de la calle y comenzó a retroceder, lo mas lentamente que pudo, para no llamar la atención de la mujer, yo no se como tuve fuerzas para seguirlo, pues tenía cada cabello del cuerpo erizado y la mandíbula trabada, sin poder moverla, avanzamos unos 5 metros entre el maizal y salimos a la calle, caminamos lo mas rápido que pudimos, pero sin correr, ninguno quería voltear, cuando a estábamos a unos 15 metros de nuestra casa, escuchamos un lamento de mujer lastimero, largo, con un eco, que no correspondía a nada que halla escuchado antes, ni después, instintivamente volteamos y vimos que la mujer había salido de la casa y flotaba a toda prisa hacia donde nosotros estábamos.

Los perros de toda la calle que en un principio parecieran no haber estado allí, haciendo segunda a la mujer comenzaron a aullar, un aullido largo de dolor, de terror mejor dicho, pegamos la carrera hacia la casa, pero como si algo faltará, un repentino y fuerte viento se desato levantando el polvo y obligándonos a avanzar casi con los ojos cerrados, y aquella mujer volando hacia donde nosotros estábamos, sacando fuerzas de quien sabe donde logramos llegar a la casa, entramos al patio y ya estando en la sala atrancamos la puerta con lo que pudimos, no quisimos asomarnos a la ventana, pero volvimos a escuchar ese gemido de dolor de la mujer en la calle, justo enfrente de nuestra casa.

Cuando de pronto sale mi abuelita del corredor con una veladora en una mano y una cruz de palma en la otra y nos dice aléjense de la puerta, y puso la cruz de palma en la puerta y rezo, no se que, al terminar, el gemido que se escuchaba en la calle seso, el viento igualmente, dejo de soplar y los perros aunque siguieron ladrando un rato, dejaron de aullar de la forma tan terrorífica como lo hicieron mientras nosotros corríamos, mi abuela sonriendo, solamente nos dijo, ahora ya no volverán a andar tan noche y creerán en parecidos, esa, que los venia siguiendo era la llorona, y se fue a dormir llevándose su veladora, que era la única luz, que había en la sala y nosotros, nos fuimos a nuestro cuarto, aunque no pudimos dormir hasta que amaneció y nos venció el cansancio.


Escrito por: Ernesto Camargo Jiménez alias Yanko1976

23 de marzo de 2016

martes, 22 de marzo de 2016

La Estatuilla.

México. D.F.
Un día cualquiera, caminando por un tianguis de artículos usados bastante largo, chachareando, me encontré 1 puesto singular, quien atendía dicho puesto, era un anciano, delgado de bigote y patillas, aunque era de tez blanca su rostro mostraba los estragos causados por el sol y la edad,con camiseta blanca, pantalón de gabardina y sombrero tardan, atrás de el su combi, con una sabana improvisada como sombra, en el puesto, había varios objetos, antiguos, (por no decir viejos) eso sí bastante maltratados por los años.
Uno llamo poderosamente mi atención, una figurilla de una mujer cargando un saco, la cual tenia una inusual cara verde, no por el correr de los años, sino porque así fue pintada, traía un sombrero que me recordó el de los cosacos, falda larga y así mismo una nariz larga y afilada, (como la de la bruja de Blanca nieves) y una extraña sonrisa.
Al preguntarle el precio al anciano, el precio de aquella extraña figura, esté me vio de pies a cabeza, con detenimiento, vio la figurilla por la que le pregunte y me dijo, esa viejita traviesa no es para ti escoge otra cosa, pero, la verdad es que no me gustaba nada mas que aquella figurilla, le insistí, varias veces, pero el seguía negándose a vendérmela, en un momento dado, varios otros compradores se acercaron y preguntaron por otras cosas, el anciano, un tanto irritado, por mi insistencia y por el resto de gente que quería comprar, me dijo lo siguiente:
-De acuerdo, hagamos 1 trato, si llegas a salir del tianguis con la figurilla, es tuya, sino, no me la regresas y aparte me das 50 pesos.
Al decirme esto, tenía en la cara una mueca burlona y un brillo en los ojos bastante extraño, yo incrédulo, para mis adentros dije, ya lo canse y me la regalo.
-Le conteste que de acuerdo, no hay problema.
Tome la estatuilla, y comencé a caminar, es verdad que ya conocía ese tianguis, regularmente, me entretenía un par de horas recorriéndolo, pero en aquella ocasión, a pesar de que caminaba, con cierta prisa, sin poner demasiada atención a los demás puestos, me pareció, interminable, sentí el paso del tiempo, lento, pausado, como si ya hubiese pasado mas de 3 horas allí, dando vueltas y vueltas, comencé, a sentir una angustia que no había experimentado antes, la figurilla; que al principio, ni notaba su peso, al final parecía pesar 10 kilos, pues la llevaba en la mano y me costaba, pasarla de una mano a la otra.
Comencé a jadear, a sudar y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, cuando después de creer que había estado allí caminando, bajo el sol ardiente durante 3 horas, veo que no habían pasado mas de 20 minutos y me encontraba de nuevo dirigiéndome al puesto de aquel anciano, que sentado en su caminoneta, fumando un cigarrillo, solo me vio con esa mirada burlona y extendiéndome la mano, para recibir de regreso la estatuilla, ya liberado su peso me dí la vuelta, queriendo alejarme lo mas pronto posible, sin embargo su mano huesuda, me sujeto del hombro y me dijo:
-Un trato es un trato, ¿dónde están mis 50 pesos?
A lo que yo, por toda respuesta, apenas pude sacar de la cartera el billete con mi la mano y la voz temblorosa, le pregunte ¿por qué no pude salir del tianguis con la figurilla?
-Ya te lo había dicho esa viejita traviesa, no es para ti, esta esperando a alguien más.
Dí media vuelta y no pare de caminar a toda `prisa hasta llegar a mi casa, a mis espaldas solo escuche la carcajada de aquel extraño anciano, aunque regrese varias veces a ese tianguis, jamas volví a ver a ese anciano, tiempo después, navegando por internet descubrí, que ese tipo de estatuillas, era creada por los singaros, (gitanos) de los montes Urales, en tiempos de los zares y que se pasaban de generación en generación como guardianes de la casa y para atraer la abundancia y solo `puede ser entregado a alguien de la misma sangre.
Por: Ernesto Camargo Jiménez
alias: Yanko1976
25 de junio de 2015, Ecatepec de Morelos