México. D.F.
Un día cualquiera, caminando por un tianguis de artículos usados bastante largo, chachareando, me encontré 1 puesto singular, quien atendía dicho puesto, era un anciano, delgado de bigote y patillas, aunque era de tez blanca su rostro mostraba los estragos causados por el sol y la edad,con camiseta blanca, pantalón de gabardina y sombrero tardan, atrás de el su combi, con una sabana improvisada como sombra, en el puesto, había varios objetos, antiguos, (por no decir viejos) eso sí bastante maltratados por los años.
Uno llamo poderosamente mi atención, una figurilla de una mujer cargando un saco, la cual tenia una inusual cara verde, no por el correr de los años, sino porque así fue pintada, traía un sombrero que me recordó el de los cosacos, falda larga y así mismo una nariz larga y afilada, (como la de la bruja de Blanca nieves) y una extraña sonrisa.
Al preguntarle el precio al anciano, el precio de aquella extraña figura, esté me vio de pies a cabeza, con detenimiento, vio la figurilla por la que le pregunte y me dijo, esa viejita traviesa no es para ti escoge otra cosa, pero, la verdad es que no me gustaba nada mas que aquella figurilla, le insistí, varias veces, pero el seguía negándose a vendérmela, en un momento dado, varios otros compradores se acercaron y preguntaron por otras cosas, el anciano, un tanto irritado, por mi insistencia y por el resto de gente que quería comprar, me dijo lo siguiente:
-De acuerdo, hagamos 1 trato, si llegas a salir del tianguis con la figurilla, es tuya, sino, no me la regresas y aparte me das 50 pesos.
Al decirme esto, tenía en la cara una mueca burlona y un brillo en los ojos bastante extraño, yo incrédulo, para mis adentros dije, ya lo canse y me la regalo.
-Le conteste que de acuerdo, no hay problema.
Tome la estatuilla, y comencé a caminar, es verdad que ya conocía ese tianguis, regularmente, me entretenía un par de horas recorriéndolo, pero en aquella ocasión, a pesar de que caminaba, con cierta prisa, sin poner demasiada atención a los demás puestos, me pareció, interminable, sentí el paso del tiempo, lento, pausado, como si ya hubiese pasado mas de 3 horas allí, dando vueltas y vueltas, comencé, a sentir una angustia que no había experimentado antes, la figurilla; que al principio, ni notaba su peso, al final parecía pesar 10 kilos, pues la llevaba en la mano y me costaba, pasarla de una mano a la otra.
Comencé a jadear, a sudar y un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, cuando después de creer que había estado allí caminando, bajo el sol ardiente durante 3 horas, veo que no habían pasado mas de 20 minutos y me encontraba de nuevo dirigiéndome al puesto de aquel anciano, que sentado en su caminoneta, fumando un cigarrillo, solo me vio con esa mirada burlona y extendiéndome la mano, para recibir de regreso la estatuilla, ya liberado su peso me dí la vuelta, queriendo alejarme lo mas pronto posible, sin embargo su mano huesuda, me sujeto del hombro y me dijo:
-Un trato es un trato, ¿dónde están mis 50 pesos?
A lo que yo, por toda respuesta, apenas pude sacar de la cartera el billete con mi la mano y la voz temblorosa, le pregunte ¿por qué no pude salir del tianguis con la figurilla?
-Ya te lo había dicho esa viejita traviesa, no es para ti, esta esperando a alguien más.
Dí media vuelta y no pare de caminar a toda `prisa hasta llegar a mi casa, a mis espaldas solo escuche la carcajada de aquel extraño anciano, aunque regrese varias veces a ese tianguis, jamas volví a ver a ese anciano, tiempo después, navegando por internet descubrí, que ese tipo de estatuillas, era creada por los singaros, (gitanos) de los montes Urales, en tiempos de los zares y que se pasaban de generación en generación como guardianes de la casa y para atraer la abundancia y solo `puede ser entregado a alguien de la misma sangre.
Por: Ernesto Camargo Jiménez
alias: Yanko1976
25 de junio de 2015, Ecatepec de Morelos
alias: Yanko1976
25 de junio de 2015, Ecatepec de Morelos
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